sábado, 21 de agosto de 2010

Agua


Pasión y ley
difícil mezcla

martes, 17 de agosto de 2010

Escalera al infierno.

La calle estaba húmeda, había estado lloviendo por casi tres días seguidos. Iba ensimismada, barajando posibilidades, opciones, las más diversas. Y mientras consideraba cada una, pareciera que alguien estrujara su estómago como mantel de cocina. El peso sobre ella ya estaba; como veinte sacos de harina cargándolos al mismo tiempo. Cada músculo apretado, tenso. Y un sudor helado que recorría la espalda.

Luego de unos minutos, estaba decidida, no podía esperar. Por unos segundos mordió su labio inferior tan fuerte, que al asomar la sangre, fue como si ese sabor salado tuviese una propiedad luminosa: no podía tener ese hijo. No. Del tema había escuchado bastante. En su casa decían que era pecado, asesinato. En el colegio, enseñaban que quienes lo hicieran, arderían en la caldera del diablo. Sus amigas seguramente la instarían a soportar las humillaciones eventuales, estaban aburridas y sería la ocasión perfecta para una nueva mascota en el grupo. Ella en cambio, estaba segura de que el infierno no existía, y si existía, era este. Si sus amigas querían entretención, que compraran un perro, o, mejor, que las preñadas fueran ellas.

No dejaba de pensar en las enseñanzas de Sor Beatriz, y de lo inquietante que sonaba arder vivo. Luego pensó, sería como Cronos engullendo a sus hijos.

Bajaba la última escalera para despedir el cerro. Horrorizada resbaló. Rodó.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Me odio a mi misma por amarte


Odio este sentimiento tan fuerte y tan arraigado como uña encarnada, haces aflorar en mí mucho de lo que desprecio y critico en otros. Pero no me voy a rendir tan fácil. Dile que se prepare. Prepárate.

martes, 3 de agosto de 2010

Mariposas de Koch


"Así es como han empezado a aparecer estas mariposas teñidas en lo hondo de mi corazón, que vosotros, equivocadamente, llamáis escupitajos de sangre. Como véis, no lo son, siendo, puramente, mariposas rojas de mi roja sangre. Si, en vez de volar, como debieran hacerlo por ser mariposas, caen pesadamente al suelo, como los cuajarones que decís que son, es sólo porque nacieron y se desarrollaron en la oscuridad y, por consiguiente, son ciegas, las pobrecitas". "Mariposas de Koch", Antonio Di Benedetto.